lunes, 18 de junio de 2018

El hombre afortunado - Kangre Ja

Llevaba una hacha en la mano. Una de esas que recuerdan la leña. Las camisas de cuadros acogedores. Una hacha de las que no dan miedo sino paz. De las que no producen frío sino ternura. De las que invitan a la mesa recién puesta, y huelen al pan en el horno, a la tarde cayendo en el horizonte.
Una de esas hachas que construyen hogares y rompen cobardías.

Él era un Hombre Afortunado. Él lo sentía. Había nacido con un sólo brazo, y eso no lo había limitado en la búsqueda de lo que le pertenecía. A veces, cuanto necesitamos es saber cuál es la virtud que nos hace querer volar. Cuál es la luciérnaga que nos invita a brillar. Él sabía que la suya era cortar y soltar para que la vida fuera. Podar y regar para que la belleza ocurriese. Con su único brazo y su hacha color plata se entregaba a la tarea de encontrar vida donde las grandes madereras sólo dejaban muerte, sobras.
Creaba figuras inimaginables allí donde otros sólo veían residuos inertes.

El hombre afortunado de la hacha plateada había nacido con un peculiar don. Uno que nadie más tenía en aquella isla. En Ferreira, había sido un niño feliz. Nunca extrañó su otro brazo. Corrió descalzo, aprendió la vida a través de lo que sí tenía y conoció el Amor con el corazón que si entregaba. Con el hacha que si creaba.
El niño afortunado que se convirtió en Hombre Afortunado no siempre lo fue.

En su adolescencia sintió miedo como hemos sentido muchos, en su edad adulta rabia, como otros continuamos sintiendo, pero a sus 35 descubrió la alegría de su don.
Sucede a menudo que aquello que más odiamos se convierte en nuestro gran aliado. Nuestras miserias más cotidianas, se vuelven así nuestras mejores armas, y un día por fin damos con valentía el salto hacia la reconciliación con lo que somos.
Tener barba a una temprana edad, suele ser símbolo de alegría para muchos chicos. De bienvenida a la masculinidad. De fortalecimiento de las seguridades. Pero no es tan afortunado el triunfo cuando es una chica la que experimenta ese bello vello repentino. Durante mucho tiempo El Hombre Afortunado ocultó que era una mujer afortunada. Que los estereotipos le habían lanzado hacia un rincón que no sentía propio, que la esfera pública le obligaba a ocultar la real para lo privado. 

Un perfecto amanecer en aquel lejano rincón de las Azores, el Hombre Afortunado conoció a Tiago. Viajero con mirada feliz, y sonrisa fácil, uno con cámara en mano y mucho tiempo en los bolsillos. Una de esas personas con las que quisieras envejecer tomando cafés infinitos e imaginando mundos.

Mientras El Hombre Afortunado le daba vida a un nuevo tronco, el viajero con tiempo se quedaba embelesado con lo que sus ojos veían. Tiago fue la primer persona que le miro a los ojos y le habló de su barba de girasoles. Estaba maravillado. ¿Cómo podía alguien intentar ocultar aquella peculiar belleza?

-Me encanta tu barba de girasoles, le dijo mientras le veía darle vida a la opaca madera. 

Elizama se tornó roja y salió corriendo del faro, todo su cuerpo sintió una corriente instantánea que le subía desde su rodilla izquierda hasta el cerebro. Corrió en busca del espejo más cercano, y se sintió torpe, el pañuelo se le había aflojado y unos pequeños girasoles le salían por la mejilla derecha. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo solventaría esta situación? Tenía que correr y hablar con aquel hombre, ¿qué le diría? ¿y si se enteraban los demás?, se puso el pañuelo con soltura y corrió en busca de Tiago. Lo encontró entre las piedras del acantilado donde las olas del mar golpean con fuerza para enfriar el agua cálida que nace de esta maravilla de la naturaleza.
Se acercó con decisión y le dijo con fuerza en la mirada:
- Este es mi secreto. Y tú vas a permitir que continue así ¿verdad? 
Tiago se sobresaltó al ver a Elizama con un aire de enfado. La invitó a sentarse y le dijo: 
-Tú puedes tener todos los secretos que quieras. No seré yo quien los revele. Pero hay algo que no se puede ocultar por más que insistamos en ello. 

-No podemos esconder la fuerza con que brota la vida en nosotros.

Elizama se tranquilizo temporalmente y sintió que aquellas palabras le aliviaban.
Compartieron el atardecer entre cuerdas y risas, rocas y mar. En la soledad del océano Elizama fue por primera vez ella con su barba de girasoles y su brazo color vida. 

Mantuvieron ese ritual durante todo el verano. Cuando no quedaba nadie en la terma, se sumergían en los túneles de agua templada. Entre cuerdas y carcajadas se entregaban a la vida que se regala sin prisas, al tesoro de sentirse felices sabiéndolo. Tiago le hablaba de sus viajes como fotógrafo de una prestigiosa revista “La belleza de lo humano”, le contaba de los indios Tarahumara en México, los seres más veloces del planeta que lo eran porque sabían vivir el presente. De las mujeres jirafa en Tailandia, y su concepción de la belleza, de la mezcla de colores en los Fiordos Noruegos y cientos de lugares más.
Poco a poco entre risas e historias El hombre Afortunado desbloqueo para siempre a La Mujer Afortunada que habitaba en ella. Su hacha descansó de buscar la belleza en los restos, en los otros y empezó a encontrarla en Ella.
El verano finalizó con aires renovados para ambos, Tiago continuó sus viajes y Elizama sintió que el significado de su nombre le pertenecía por fín: Mujer Feliz. 

El otoño trajo definitivamente a Elizama, la Mujer Feliz y afortunada a la vida. Solo entonces a sus creaciones también le nacieron alas. Aprendió que ocultar la belleza de quienes somos es el más absurdo de los miedos. Uno que no nos deja transitar la única misión que tenemos. Conocernos. Soltó su miedo a ser. Cortó con amor sus girasoles para que florecieran de nuevo. Y con coraje se dedicó no solo a ser quien era sino a hacer lo que había venido a ser.

KANGREJA


8 comentarios:

  1. Un relato bastante filosofico sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida que deja una agradable sensacion despues de leerlo. Me gusta mucho como contrapones los adjetvivos en el inicio: eso de "hachas que no dan miedo sino paz", tienen bastante de poetico..yo seguiria por ese camino buscando nuevas metaforas

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    1. Gracias por leerlo y comentar. Aveces aunque intente escapar de la poesía ella sale sola. ;)

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  2. Hola, me ha gustado tu historia. Interesante como describes el hacha, que de entrada siempre pensamos mas como un arma que como una herramienta que construye. Bien logrado, felicidades.

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  3. Buenos días Kangre Ja: ¡Qué divertido tu pseudónimo!

    No te conocía del blog de Literautas, si eres nueva, bienvenida al taller.

    Escribes muy bien y tu prosa es muy lírica. Me ha gustado mucho este párrafo:

    "Un perfecto amanecer en aquel lejano rincón de las Azores, el Hombre Afortunado conoció a Tiago. Viajero con mirada feliz, y sonrisa fácil, uno con cámara en mano y mucho tiempo en los bolsillos. Una de esas personas con las que quisieras envejecer tomando cafés infinitos e imaginando mundos".

    Creo que en el diálogo de Tiago y el hombre afortunado, la intervención de Tiago la has dividido en dos y debe ser uno. Copio:
    "Tiago se sobresaltó al ver a Elizama con un aire de enfado. La invitó a sentarse y le dijo:

    -Tú puedes tener todos los secretos que quieras. No seré yo quien los revele. Pero hay algo que no se puede ocultar por más que insistamos en ello.

    -No podemos esconder la fuerza con que brota la vida en nosotros".

    Te propongo que lo pongas así:

    "Tiago se sobresaltó al ver a Elizama con un aire de enfado. La invitó a sentarse y le dijo:
    -Tú puedes tener todos los secretos que quieras. No seré yo quien los revele. Pero hay algo que no se puede ocultar por más que insistamos en ello. No podemos esconder la fuerza con que brota la vida en nosotros".

    Aunque lo he leído varias veces no entiendo bien la transformación de Hombre afortunado a Mujer afortunada. No queda claro, ni por qué tiene barba de girasoles. Mi consejo es que el conflicto lo escribas igual de bonito pero más claro.

    Por hoy nada más, espero que mis observaciones te sirvan de algo.

    Gracias por compartir en el blog tu relato. Un saludo, Menta


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    1. Menta Gracias por comentarme.
      Hace un par de años me había desaparecido de literautas, y este mes decidí retomarlo. Quizás en mi época no estabas tú ;)
      Me alegro que ese párrafo que comentas te gustara.
      Tienes razón en lo que comentas de la conversación, queda mucho mejor como lo pones tú. Reconozco que me tiemblan las piernas cuando pienso en diálogos, jajaja, se ve que la vena poética me sale sola pero la de los diálogos no. Lo modificaré.

      Y sobre el conflicto le seguiré dando vueltas porque creo que nadie lo acaba de entender del todo. Quizás porque yo misma tampoco lo acabo de tener muy claro. ;)

      Gracias por tú generosidad y tú tiempo.
      Cuando resuelva el conflicto te lo diré.

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  4. Buen día. Tu escrito me ha parecido muy interesante, la historia y el mensaje en si es muy bonito. Las ideas me parecen muy bien pero personalmente debo decirte varias cosas:

    Si bien filosoficamente hablando la historia y muchas de las cosas que dices están bien a nivel de relato no lo considero un cuento. Eso se debe a que casi todo el escrito hablas desde tu punto de vista personal describiendo tus pensamientos y contándonos lo que piensas y sientes de la historia que quieres narrar. Realmente es muy poco lo que narras y prácticamente no muestras nada. No hay casi descripciones e incluso la que sale al principio es mas filosofica que descriptiva. No digo que filosofar sea malo. No lo es. Pero hay que hacer las cosas en su justa medida. Bueno debo decir también que el final estuvo curioso y aunque extraño da un buen mensaje como te dije.

    Yo no veo esto como un relato en si. Pero si lo veo como una planificación o bosquejo de uno. Viéndolo de esa forma es un buen primer paso. Yo te recomendaría ir paso a paso. Te daré unos consejos basado en lo que yo hago para escribir relatos.

    Primero: hacer un bosquejo general de toda la historia. Ya lo tienes y s precisamente este.

    Segundo a partir de este bosquejo ir al siguiente nivel de detalle. A partir de lo que quieres contar y del orden que has establecido crear escenas. Cada escena tiene que tener un fin especifico que te permita transmitir tu mensaje.

    Tercero: a partir de esas escenas busca detalles para describir de modo d situar al lector en el contexto. También busca incluir diálogos que te permitan expresar mejor ciertas ideas.

    Cuarto: depura las escenas centrándote en las descripciones y los diálogos. Tus reflexiones filosóficas las puedes incluir pero de manera sutil de modo de no tener largos párrafos con puros pensamientos filosóficos.

    Quinto: revisar y corregir todo un millón de veces hasta que todo quede lo mejor posible :D

    Esta es mi humilde opinión basada en lo que hago que por cierto buena parte de todo lo aprendí en la página de literautas. Y como último consejo procura siempre que sea posible mostrar en ves de contar. Es un consejo que me han dado acá hasta la saciedad y poco a poco lo he ido internalizando.

    En lineas generales tienes buen material para trabajar y tienes cosas interesantes en tu escritura. Solo es cuestion de mucho trabajo y paciencia.

    Saludos desde Venezuela. Mi relato es el 5.

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  5. Buenas, KangreJa (me encanta tu pseudónimo).

    Me ha gustado mucho tu relato, en especial el primer párrafo, me ha parecido sublime.
    Es una historia con un toque filosófico que te hace pensar.

    Solo tengo un pero, la parte en la que el hombre afortunado se transforma en ella me ha parecido un poco confusa, pero no sé si es cosa mía...

    ¡Un saludo!

    IreneR

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