Yo estaba en una cueva escondiéndome de los ingleses. Uno de los criados
que Flora MacDonald me había prestado me ayudó a cambiar de ropa; la
falda, las enaguas y el corpiño, cayeron lentamente al suelo, y cuando
me despojé del disfraz de doncella, me sentí libre como la serpiente que
cambia de piel.
«—No quiero morir, grité.»
Miré el mar. Imaginé su sabor salado. No se distinguía ninguna luz; el
barco que debía recogerme no había llegado todavía. ¿Y si no venía? ¿Y
si no venía nunca?
«Voy a decirme un secreto: el barco va a venir y yo no voy a morir.»
A pesar de estas alentadoras palabras, ¿por qué el monstruo que habitaba en mis entrañas no cesaba de estrujarlas?
Me iba a morir, pero de miedo.
Me volví hacia el interior y recogí las ropas tiradas en el suelo;
instintivamente las llevé a la nariz. El suave encaje valencienne me
recordó las andanzas sufridas y su aroma me revolvió el estómago.
«Me voy a morir, pero de asco.
No, mañana estaré en la cubierta del barco, y el aire del mar se llevará lejos los olores que me recuerdan el pasado.»
Voy a contar una historia: durante meses he despistado a mis enemigos
que me buscaban sin descanso. He conocido todos los recovecos de los
castillos jacobitas, hasta que al fin encontré descanso en casa de los
MacDonald, junto a mi fiel y leal Flora. Ella sabía lo que se debía
hacer. Preparó todo, me vistió como si fuera su propia doncella y
viajamos hasta la isla de Skye. Nos despedimos en el Macnab's Bar de
Portree, pero no me acuerdo muy bien de los detalles; estábamos los dos
muy alegres y muy borrachos, y entre risas nos decíamos que esa era la
última vez que nos veríamos, y brindábamos otra vez.
«Parece que tarda el barco. Cuando pienso en mi futuro, siento una dolorosa ansiedad.
Miro el mar, pero sólo veo el rielar de la luna en la superficie rugosa del agua.»
La luna nos había salvado mientras bajábamos por el acantilado. Me
llevaba de la mano uno de los criados, no sé quién era, porque no veía
nada. A mi alrededor se extendía la noche y el terror me hería por
dentro.
«Los dos criados que me han acompañado han ido a buscar algún sitio
resguardado donde puedan vigilar el mar, la llegada del barco y la boca
de la gruta para que nadie pueda acercarse. Me han dejado solo, solo en
medio de la humedad.
¿Cómo voy a presentarme en Roma frente al Papa, mis padres y los
súbditos fieles que nos acompañaron hasta allí? Ellos me despidieron
como Bonnie Prince Charles y esperaban que regresara como rey de
Escocia. No resisto más. Mi corazón arrastra grandes derrotas.
Estoy agotado, por la noche no concilio el sueño. Las imágenes de la
batalla acuden a mi cabeza y siento que me vuelvo loco. Necesito
olvidar, pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo puedo borrar de mi mente los cuerpos
masacrados en el páramo de Culloden?
Un trago me reconfortará, me hará olvidar, me alegrará, no sentiré la
humedad de esta maldita cueva y además, el güisqui adormecerá hasta la
muerte a mi dragón interior.
—Señor, una barca se acerca a la playa. Debe prepararse para huir —gritó
uno de los dos criados, desde la abertura de entrada de la cueva.
—¿Qué dice, desgraciado? Un rey nunca huye. El rey se marcha con toda su comitiva. Vamos.
Buenas, Menta.
ResponderBorrarNo conozco mucho de la historia de Escocia, pero hace unos días acabé de ver la serie de "Outlander" y este texto me ha hecho transportarme a esos increíbles parajes.
Me ha gustado mucho el relato.
Un saludo.
IreneR
Muchas gracias Irene, me alegran mucho tus palabras. Un saludo, menta
BorrarHola Menta:
ResponderBorrarInteresante relato en el que predomina el diálogo interno del protagonista, en un contexto histórico. Me ha gustado mucho. Aunque tanta alusión al dolor interior es un poco angustiosa...
Saludos!
Hola Templeton: Me alegro que te haya gustado el relato. He querido practicar el diálogo interno y el cambio temporal en la narración. Creo que no me ha salido mal del todo. Muchas gracias por tu visita, ahora voy a leer el tuyo. Un saludo, Menta
ResponderBorrarClaro menta que tenemos cosas en común en nuestros relatos!. Los dos recurrimos al monólogo interior, pero vos has mantenido una conexión con los hechos y personajes exteriores que han llevado a esa situación a tu personaje, en tanto yo aludo apenas a una vida sin mencionar hechos concretos. Me ha gustado mucho tu relato. Hasta la próxima.
ResponderBorrarHola Juana Medina: Gracias por tu lectura y amables palabras. Has pronto, un saludo, Menta
ResponderBorrarHola Menta, te devuelvo la visita al relato #16 «¡Te digo la verdad, lo vi!» agradecida por tus comentarios.
ResponderBorrarTu relato es muy agradable y el final muy gracioso :)
Nos seguimos leyendo.
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Hola Menta. Tu narración me sirvió para buscar al personaje en la Wikipedia y ver los vaivenes de esa época. Interesante forma de situar el dragón en la cueva. Condensas tus sentimientos, tus dependencias, tu interior (el del personaje) y también pareces condensar el tiempo. Me ha gustado. Saludos Marcos.
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