martes, 17 de abril de 2018

LOS ESCRITORES TAMBIÉN TIENEN MIEDO DE QUEDARSE EN BLANCO - Yas (R)

Aquel suceso de años atrás, provocó numerosos traumas en su vida, sobre todo como escritora, pues su visión sobre las hojas en blanco había cambiado radicalmente. Todas las páginas de su casa estaban llenas de garabatos, y no podía pasarse por alguna papelería porque en cuanto se comprase otro bloc, en pocas horas estaría plagado de sus más extravagantes ideas. Ahora, cada vez que quería imprimir algo en la oficina, siempre trataba de que todos los folios tuvieran algo escrito tanto por delante como por detrás. Aunque, luego su jefe la regañara por incumplir con sus tareas.
—Creo que tienes que ir a un especialista. Eres una de las mejores escritoras de nuestra editorial, no puedes dejar que te afecte toda tu vida un accidente como ese, tienes que superarlo.—Sus palabras indicaban que hablaba preocupado.—No es normal esto que haces, y si en estos días no noto algún cambio, voy a tener que despedirte.
—Disculpe, jefe. —Estaba sentada frente a él, al otro lado del escritorio, cabizbaja con las manos entre las piernas, y sus pies mirándose entre si.—Cada vez que veo un folio sin nada escrito, sin algún garabato o cualquier cosa, es como que en mi mente hay una voz que me dice constantemente que debo rellenar esas páginas, que nada debe quedar en blanco porque si es así, yo —tras contar lo que sentía emocionada, comenzó a llorar teniendo las manos puestas sobre su cabeza, con una mirada perdida—solo quiero que se calle esa vocecita. Párela, ¡párela! —Aun sollozando, sacó un lápiz del bolsillo de su vestido—¿Ve esto?—Lo dirigió frente a él frunciendo el ceño. —Nunca puedo salir de casa sin él, no puedo vivir sin esta cosa porque gracias a este maldito artefacto puedo vivir tranquila. —Un ataque de ira repentino provocó que lanzase el lápiz con fuerza hacia su director, y que este terminase clavado en su ojo.
—¡Llama a una ambulancia!¡Rápido!¡Y estás despedida!—Sus últimas palabras la desconcertaron. Sin embargo, obedeció, y rápidamente llamó al número de emergencia para que pudieran llevar a su jefe al hospital.
—¡Jefe, la línea no funciona! Ahora, ¿qué hago?
—¡Coge mi móvil! —Se acerca a su jefe, y rebusca por sus pantalones desesperadamente.—¿Qué haces?¡No está allí!¡Lo dejé en el armario! —Cuando lo abrió, sacó unas piezas de lencería blanca, y empezó a jactarse.
—La verdad es que no sabía que tuvieras esta clase de gustos, o ¿es que a su mujer se le ha olvidado? —Le pregunta mientras coge, al mismo tiempo, el móvil que se encontraba al lado del conjunto.
—¡No sé de qué ríes, si es tuya!¡La última vez te la dejaste aquí! —Se sintió avergonzada no volviendo a dirigirle la palabra. Tomó el teléfono, y efectivamente, esa línea iba, siendo capaz de comunicarse con la ambulancia.
Después, acompañó a su jefe, ignorándolo todavía, hasta la puerta de la oficina. Esperó junto a él, tomó las prendas interiores mirándolas fijamente, «¿por qué teníais que ser blancas?» entonces, saco de su otro bolsillo un bolígrafo de tinta negra, y comenzó a dibujar en ellas.
—Mire, jefe. Un limón. —sonríe con satisfacción al ver su obra de arte reflejada en el centro de esas bragas que cogía con ambas manos.
—¿Ya se te ha pasado el enfado?
—Creía que el enfadado era usted. — Todavía contemplando la figura hecha con su boli. —De verdad, ¿estoy despedida? A pesar de que sabe lo de mi accidente.
—No, tranquila. Solo te sancionaré dos semanas. Después, me pensaré lo de tu despido definitivo. —Le pone una de sus manos sobre su muslo acariciándolo suavemente, y observa a la escritora con una expresión amable correspondiendo, ella, de la misma manera. «¿Dos semanas? ¿Qué se pensará lo de mi despido? Este hombre está mal de la cabeza.»

2 comentarios:

  1. Saludos Yas:

    Gracias por la confianza de publicar conmigo y para el taller de Literautas.
    Sobre tu relato, lo puedo llamar como una escena en si, ya que contiene la introducción, el nudo y el descenlace. Lo que no me ha encantado, es el uso de las palabras del reto, las cuales las veo metidas con calzador (menos la palabra lápiz), porque pese a la enejación de la protagonista, aún así parecen sacadas del sombrero por obligación.
    En cuanto a la forma, creo que haces uso de muchas comas (algo que yo también he pecado). A mí se me aconsejó no cortar las frases, aunque yo creía que las enfatizaba, el lector lo veía como cortes inncesarios para la fluídez del sentido expresado. Si le das una lectura concienzuda notarás a lo que me refiero.
    El contenido me parece muy interesante, ya que el miedo a la página en blanco, se convirtió en una obsesión. Son patologías que acarrean no solo una incapacidad en la persona que la padece, sino en aquellos que conviven con las personas que las sufren. Así que es un punto de vista novedoso que me ha parecido un acierto. Y ese jefe libidinoso creo que también tiene su propia obsesión.
    Espero que sigas participando del taller, y que disfrutes de la lectura. ¡Nos leemos!

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  2. Buenas, Yas.

    El principio me gustó mucho, pero el final me pareció bastante extraño y muy caótico, a la pobre chica se le va mucho la cabeza...

    A parte de lo que ha dicho K.Marce de las comas, quizás tendrías que repasar las normas para escribir diálogos, hay algunos errores con las rayas de los diálogos, las comas y los puntos.

    Un saludo.

    IreneR

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