sábado, 17 de marzo de 2018

VOLUTA INFERNAL - AZUL



Alguien ha entrado a la tienda. Los goznes medio oxidados de la puerta chirrían al abrirse sus hojas. Alzo la vista por encima del mostrador y miro al tendero, en su asiento, levantar una ceja en aquella dirección. Me contagio de la curiosidad y mis ojos buscan al extraño que acaba de entrar ¡qué desagradable aspecto, es un vagabundo!
-No tiene importancia- Me digo, y para olvidar su agria tez me vuelvo al objeto que acabo de coger entre mis manos. Es un CD, de un grupo que desconocía, Salem’s Throat. Tiene en el estuche una bonita portada que de inmediato me atrapa, me hipnotiza. En el centro hay una especie de remolino muy oscuro que parece un agujero negro; a un costado, una mujer joven y hermosa, con un vestido blanco que deslumbra como haces de luz; dispara una especie de hechizo a un hombre, cuyo rostro se retuerce en un grito de espanto mientras es arrojado a ese vacío lleno de oscuridad. La imagen es tan vívida en mi cabeza que me siento atraído al abismo del hoyo.
-¡Lárgate de aquí vago!
El estruendoso grito del tendero me vuelve a la realidad. Un tufillo de alcohol y orín de gato impregna el aire. Percibo a alguien cerca, es el mendigo. Giro en redondo hacia él, ha sacado una botella, le da un par de sorbos. Camina hacia mí, parece no tener intención de detenerse, retrocedo dos pasos para esquivarlo. El olor a alcohol se hace más fuerte. Sigue de frente ¡qué alivio! Se va, pero ha dejado un hedor a podrido como si llevara algún animal muerto entre sus prendas.
Ahora parece dirigirse al tendero, quiere guardar la botella en el bolsillo del pantalón pero se estrella contra el piso. La cosa va mal, pero no puedo irme, algo me retiene. El vendedor presiente el peligro y se levanta de su asiento como para correr, pero antes lanza una última advertencia.
-Si no te marchas, animal, te voy a ensartar este palo en el culo.
Me acerco al intruso, puedo escuchar su risa que suena más como un gruñido. Desde atrás puedo ver que introduce una mano al bolsillo de su gabán ¡oh, dios mío, es un arma! No me permito retroceder, estoy tan cerca de él que puedo evitar una tragedia. El mendigo apunta la pistola al vendedor que ahora está congelado del susto ¡va a disparar!
No puedo esperar más, doy unos pasos, me lanzo sobre él. Cojo el arma, pero no se lo puedo quitar, el maldito la tiene bien asida con las dos manos y la aprieta contra su pecho. Gruñe. Su halitosis me asquea, voy a vomitar. Me muerde el brazo, grito. El tendero se mete y forcejea conmigo.
Un estruendo.
Silencio… noche…
Abro los ojos, mis manos sostienen el disco con su portada ¿acaso me he sumergido en la escena que se presenta ante mis ojos?
-llegaré tarde al cine- pienso. Miro mi reloj de pulsera. Ya casi son las seis y debo pasar por Manuelita.
Dejo el CD en el mostrador, me acomodo el morral en el hombro y camino hacia la salida. Antes de llegar a la puerta, ésta se abre con ese chirrido que hace unos instantes oí en mis pensamientos. Es aquel vagabundo, igual de alcoholizado y apestoso. Retrocedo, tengo nauseas, caigo al suelo. El hombre sigue su camino sin prestarme interés. Quiero salir ¡tengo que salir! Tomo la manecilla de la puerta pero está atorada, tiro con más fuerza pero no cede. Detrás, escucho los gritos del tendero. Volteo a ver y el espanto me crispa la piel. El lugar que yo deje frente al estante está ocupado por un tipo idéntico a mí. El borracho está sacando la pistola y mi otro yo está a punto de saltar sobre él.
-¡Quítate de ahí!- Le grito a mi doble pero no me escucha.
Me levanto con dificultad, trato de mantener el equilibrio. Ya comenzaron a forcejear. Quiero correr para evitar la tragedia, pero truena el disparo… Un dolor agudo me penetra en el pecho. Una mancha de sangre se expande en mi camisa. Tengo miedo. Otra vez el mareo intenso, las náuseas, todo gira, el dolor, la oscuridad…
¿Cuánto tiempo ha pasado? Mantengo los párpados apretados, no quiero abrirlos, pero me engaño. Entre las sombras, siento el tacto de mis manos sosteniendo el disco con la endemoniada portada de una bruja, lanzándome una maldición para morir eternamente en una voluta infernal.

4 comentarios:

  1. Azul:

    Gracias por publicar conmigo.
    He leído tu relato, y me parece bien desarrollado. En el aspecto técnico no he reparado mucho en algunos aspectos, pero en lo que más puedo destacar, es la puntuación de algunas frases. Te marco.
    —¡Lárgate de aquí vago!
    Al usarse un vocativo, debe de ir una coma antes del mismo:
    —¡Lárgate de aquí, vago!

    Un error que yo cometo mucho es la falta de "dinámica" y esa sonoridad un tanto "robótica". Sé que a veces lo hacemos por la limitante del número de palabras; pero en esta ocasión podíamos explayarnos un poco. Te marco en donde lo he notado:
    «Me muerde el brazo, grito. El tendero se mete y forcejea conmigo.»
    Hay algunas otras igual. En este caso, siendo una "escena de acción" deberíamos incluir más movimiento, algo así:
    «Me muerde el brazo con violencia, como si quisiera arrancarme un tajo. El sónido de dolor que emito se escucha en todo el lugar. Notó que el tendero se ha unido al forcejeo, para tratar de separar a ese loco indigente sobre mí; somos una masa en donde todos nos perdemos en un revuelta sin sentido.»

    No sé si las palabras obligadas han colocado esa sensación de vertiginosa maldición, ya que he leído un relato casi con las mismas caracteristicas que el tuyo. Esos mundos cajas de espejos, siempre me han atraído.
    Espero haberte servido de algo. Me ha gustado la historia.
    ¡Nos leemos!

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  2. Buenas, Azul.

    Me ha gustado mucho tu relato. Pobre chico, al final no se libra de su destino.

    Hay dos cosas que me han llamado un poco la atención. Cuando el chico vuelve a la realidad se lo toma demasiado bien. No parece que nos encontremos en un mundo de fantasía, por lo que una persona normal, creo, habría reaccionado un poco más sorprendido. No sé.

    Y lo otro, me parece que utilizas demasiado el "puedo". Por ejemplo: "No puedo esperar más, doy unos pasos, me lanzo sobre él. Cojo el arma, pero no se lo puedo quitar". A lo largo del relato aparecen en muchísimas ocasiones y creo que eso le quita un poco de calidad al texto.

    Mi relato es el número 20, Canela, vainilla e incienso, por si quieres pasarte a leerlo.

    ¡Un saludo!

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  3. cualquiera:

    Hola AZUL. Pienso que tu relato está muy bien escrito, buenas descripciones. Parece que cuenta la obsesión de esa chica con el mendigo, que se va volviendo cada vez más infernal. Está bien administrada la tensión narrativa. Después sucede el desdoblamiento, supongo que como parte de un proceso de esquizós porque como trama sobrenatural se me antoja inadecuado. Creo que el texto tiene algunas virtudes aunque no me ha terminado de enganchar y no sé decirte por qué.

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  4. Autor: Jose Luis
    Comentario:
    Hola Azul
    Este mensaje es para ti por tu texto titulado "Voluta infernal"

    Comento tu historia para cumplir un poco con los tres comentarios obligatorios. No lo puedo poner en el lugar que corresponde ni siquiera como anónimo, porque no tengo cuenta de google ni blog propio. Ya sé que es una lata, pero lo siento, no puedo hacerlo de otra manera.

    Tu cuento me ha gustado bastante, creo que logras crear un ambiento óptimo para un relato de terror psicológico, porque aunque no suceden grandes cosas a nivel físico, sí que suceden a nivel psicológico, lo que dota al relato de un aire fantasmagórico y tenebroso.

    Un saludo

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