sábado, 17 de marzo de 2018

Continuidad - Manderlay



Justo cuando estábamos llegando a la tienda, un gato negro se nos cruzó en el callejón, con filibustera mirada de ojos entrecerrados. A Mateo le pareció un mal augurio y se atropelló la nariz haciéndose la señal de la santa cruz con la mano. A mí me dio la risa y por eso me llamó bruja. Luego no encontraba las llaves. Para no escuchar su retahíla de quejas y bufidos, me acerqué hasta el coche para ver si se las había dejado dentro. Pero no.

De regreso no me metí por el callejón, sino que elegí el camino más largo, por la avenida. Me pareció ver de nuevo al gato junto a la taquilla del viejo cine, en la otra acera. Pensé en contárselo a Mateo pero luego se me olvidó por completo. Las llaves habían aparecido en el primer bolsillo en el que las había buscado, solo que a la octava vez, y Mateo me esperaba mostrándomelas a la altura de su atropellada nariz como quien muestra un trofeo logrado en ardua competición.

Nada más entrar nos dimos cuenta de que algo había pasado, porque nada conservaba el aspecto del día anterior. Parecía la tienda de gente ordenada y absurdamente meticulosa y eso nos horrorizó. Casi todas las paredes estaban cubiertas por estanterías y éstas, a su vez, mostraban simétricas hileras de cedés que alguien normal habría tardado en ordener mínimo una semana laboral completa. Por supuesto, cada cambio de estilo musical era advertido por un horrible señalador que avisaba de la música que te encontrarías de ahí en adelante. Estaba todo planeado, sin duda, y fuera quien fuera el responsable de aquella simetría insoportable, lo había hecho a conciencia, siguiendo un plan premeditado.

No supimos cómo reaccionar. A Mateo esta vez no le pareció buena idea tirar de la señal de la santa cruz, así que a mí no me dio la risa. Al principio, susurramos estrategias para expulsar lo intruso de nuestro territorio, como ponerle la zancadilla a un cartelón que anunciaba la firma de discos de un cantante número uno en ventas que jamás habría aparecido por nuestra tienda. O hacerle nudos a los cables de los auriculares. O rallar con las llaves, que ahora sí aparecieron a la primera, media docena de vinilos que se exhibían en descarnada exposición. Pero al final estuvimos de acuerdo en que era del todo imposible recuperar nuestro negocio tal como a nosotros nos gustaba.

Un ruido en la cerradura interrumpió nuestro atolondramiento. Corrimos a escondernos detrás de un insufrible mostrador de color verde veronés y, desde allí, vimos con espanto entrar a una pareja.

Nada más entrar se dieron cuenta de que algo había pasado. Parecía la tienda de gente vulgar y absurdamente desorganizada y eso les horrorizó. Ambos iban señalando todo lo desaliñado con la altivez de sus perfectas naricillas respingonas. Tendrían que cambiarlo todo, poner estanterías, clasificar y ordenar los cedés, hasta llamar de nuevo a un diseñador de interiores.

El girar de la llave en la cerradura les heló la sangre y corrieron a esconderse detrás del insoportable mostrador de color verde veronés. Desde allí vieron con espanto entrar a una pareja.

Nada más entrar se dieron cuenta de que algo había pasado. Parecía un lugar donde la gente se lucraba con la música. Todos los cedés, lo comprobaron uno por uno, tenían estampados una pegatina con un precio de venta al público. Además, todas sus pancartas anticapitalistas, antiroyalties y antisistema habían desaparecido. La mujer señaló el cartelón que anunciaba la firma de discos de un cantante número uno en ventas al que jamás habrían invitado a su centro social y empezó a llorar desconsoladamente, repitiendo que ahora tendrían que cambiarlo todo.

Los cuatro que permanecíamos detrás del mostrador nos miramos por primera vez y con muda resignación empezamos a estrecharnos más para que cupieran los recién llegados.

16 comentarios:

  1. Manderlay:

    Muchas gracias por publicar conmigo.
    He leído con atención tu relato y el final me ha gustado mucho, porque no me lo esperaba.
    Sobre las cosillas a mejoraras, creo que eres del sur de américa, o de alguna región en donde "usamos" el SE. La verdad es que es un deje nuestro que deberíamos evitar al menos a la hora de escribir. Yo solía usarlo mucho, pero después de tanto consejo, ahora lo noto mucho más y lo evito. Te marco:
    «...hasta el coche para ver si se las había dejado dentro.»
    lo correcto, sería: para ver si las había dejado dentro.
    El principio me pareció un poco más desordenado, y no entendía muy bien en que iba la historia; y tampoco comprendí mucho que esa tienda "era de su propiedad", ya que creí que se trataban de clientes.
    Esa idea, al final debe ser orínica, porque es bastante caprichosa para una realidad; pero si lo fuera, es fantástica y aterradora a la vez.
    Nunca había leído nada tuyo, así que me ha dado mucho gusto haberlo hecho.
    ¡Nos leemos!

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  2. Buenas, Manderlay.

    Un relato de lo más curioso y original. Me he sentido un tanto perdida, igual que los protagonistas. Pero aun así me ha gustado.

    En algunos momento me ha parecido que faltaba una coma, pues la frase se me hacía muy larga. Pero no soy experta en el tema.

    Yo también participo en el taller, mi relato es el número 20: Canela, Vainilla e Incienso.

    ¡Un saludo!

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  3. Hola, Manderlay :)
    Me ha gustado bastante el relato, a pesar de lo confuso que era, y lo he leído bastante rápido por lo ameno que me ha parecido.
    Sin embargo, tengo que decirte que ha resultado un poco caótico (no me refiero al caos que parece gustarle a los protas, jaaja). Yo me he sentido algo perdida. Corrígeme si me equivoco: era un especie de bucle en el tiempo? Es lo que me ha parecido, y por eso me ha gustado tanto. Si no es así, cuidado con la imagen que creas al lector. De todas maneras, sigo creyendo que podrías haberlo organizado mejor, para no confundir al lector y que no se sienta perdido.
    En cuanto al caprichoso caos de los protas, estoy de acuerdo con K.Marce en que es poco verosímil, ya que, por mucho que a los propietarios les guste la desorganización, deben colocar los artículos en un cierto orden para facilitarle la tarea al cliente de encontrar lo que busca; de lo contrario, sería un establecimiento poco o nada concurrido. Otra cosa es cómo lo organizarían (o desorganizarían) en su propia casa, ya a su gusto.
    Una cosa que me ha chocado es que escribieras esto: "filibustera mirada"; no le veo el sentido. "Filibustero" hace referencia a aquel pirata que actuaba en el mar de las Antillas y atacaba a los barcos que comerciaban con las colonias españolas de América. Y en este texto no veo ninguna relación, así que lo veo incoherente. Tal vez se me haya escapado algo, en cuyo caso, te agradecería que me lo aclararas :)
    Has tenido un fallo tonto que, imagino, ha sido un descuido: "alguien normal habría tardado en ordener mínimo una semana laboral completa". Escribes "ordener" en lugar de "ordenar": "alguien normal habría tardado en ordenar mínimo una semana laboral completa".
    Hay una cosa en la que no estoy de acuerdo con K.Marce, y es el uso del "se". Yo no soy del sur de América; es más, no soy latinoamericana, y siempre utilizo la primera opción, la del "se". Y no por costumbre, sino porque se trata de una regla gramatical. Está bien escrito porque en esta oración ("hasta el coche para ver si se las había dejado dentro") el "se" actúa como pronombre personal; es pronominal, más concretamente un pronombre átono reflexivo; verbo + se: dejarse (se había dejado las llaves sin querer).
    Y, por último, he visto fallos con la coma; así que, te aconsejo que le des un repaso.
    En fin, espero haberte servido de ayuda :)
    Si te apetece pasarte por mi relato, soy Rita, el número 23. Te agradecería mucho que me dieras tu opinión y señalaras si vieras algún error.
    Gracias y nos leemos!

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  4. Por cierto, esto es mi opinión personal, pero he echado en falta algo de diálogo. Para mí es más ameno que leer un torrente de párrafos narrados. Es decir, que, personalmente, me gusta el equilibrio entre narración y diálogo. En lugar de que el narrador señale que un personaje ha dicho tal cosa, yo lo mostraría hablando. Pero es mi opinión personal, jeeje ;P

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  5. cualquiera:

    Me gusta mucho la idea del relato en bucle. Por un lado, nos encontramos con una perplejidad ¿Por qué cambia de dueño esa tienda con tanta facilidad? ¡cómo es posible! por otro con una personalidad, porque cada cuál ve y recrea la tienda a su modo. A esa perplejidad de la tienda que se va transformando con sus dueños se va abriendo una sensación siniestra: por qué se esconden los vigentes dueños ante el sonido que llaves que abren otra vez. Creo que esas preguntas quedan abiertas en el texto, y esa pronunciación tiene algo de elixir. Guardaría el final, que me gusta mucho. Y por poner un pero, quitaría algún adjetivo sobrante, y suprimiría los dos primeros párrafos porque creo que no aportan mucho a la historia. Añadiría un último cliente en la lista de dueños o introduciría alguna digresión que aportara algo más de significado. Mientras tanto, me quedo con ganas de volver a leer una historia tuya.

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  6. Manderley:


    Gracias por leer y comentar el cuento. Y también a K.Marce por el trabajo de colgar los relatos.

    Tenéis razón en que varios pasajes resultan confusos, erráticos o que no aportan gran cosa. Intentaré darle una vueltecita.

    Sobre la corrección o no del uso pronominal "dejarse" no estoy muy segura, pero se me ocurre que introduce un matiz de significado. Dejar las llaves en el coche implicaría un acto de la voluntad, mientras que dejárselas en el coche denotaría olvido. A ver si alguien puede aclarar esta duda.


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    1. Manderley, con respecto a la duda de "dejarse", como ya he dicho, es un pronombre átono reflexivo; verbo + se: dejarse (se había dejado las llaves sin querer). Lo que significa que fue un acto involuntario. Búscalo en la rae y verás que viene. Yo lo busqué para asegurarme, pero no me acuerdo de la página. Pero es fácil: busca "se, pronombre reflexivo rae" o algo parecido y seguro que aparece. O, simplemente, "se rae", que creo que fue como lo busqué.
      Saludos (:

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  7. Hola Manderley! Coincido con otros compañeros en el uso despiadado del SE, pero es parte de nuestro discurso coloquial cotidiano y como Kisi pienso deberías corregirlo a la hora de escribir historias ya que hace la lectura monótona. La historia es ingeniosa con eso del "recicle" de las mismas historias desde diferentes ángulos, aunque confieso que me costó entender la presentación de los personajes al principio. Seguiremos leyéndonos

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  8. Igual no lo he aclarado muy bien, jeeje, pero no hay que corregir ningún SE. Reitero: buscadlo en la RAE, que es donde yo lo busqué y la fuente oficial; salvo que lo entendiera mal al leerlo de la RAE, Manderlay lo tiene bien escrito.
    Saludos! (:

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  9. cualquiera:

    Yo creo que las palabras significan según el contexto. En este caso, por ejemplo, creo que no era necesario esa denotación semántica del "se" en referencia a una acción involuntaria porque de la misma acción posterior se entendía que regresaba al coche por alguna razón: encontrar las llaves.

    Yo creo que el problema con ese "se", más que de incorrección, es de sonoridad. Y lo es porque el "se" reflexivo, viene precedido de un "si" condicional. El resultado es un siseo que suena al oído un poco a moscarda. Si añadimos que después del "se" viene un "las", escuchamos "si-se-las". Si suprimimos el "se" escuchamos "si-las"; más económico, y más sonoro porque no redunda el ruido de la "s".

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  10. He estado mirando un poco esta cuestión del uso pronominal del verbo dejar y he encontrado que se trataría de un dativo superfluo, es decir un complemento indirecto innecesario, porque puede eliminarse sin que la frase pase a ser agramatical. Su uso tendría un carácter enfático y sí, claro, coloquial, aunque no sería una incorrección como tal. Dentro del grupo de dativos superfluos sería de tipo posesivo: Se dejó las llaves en el coche / Dejó sus llaves en el coche.

    Aunque, en realidad, lo que más me interesa de esta cuestión es por qué se considera un valor mayor excluir lo coloquial de los relatos. A mí, a priori, me parece algo hasta positivo, que la palabra escrita tenga el énfasis y la intención de lo oral, sus giros, coletillas, creo que eso le da más fuerza.

    Lo que apunta cualquiera sobre el efecto cacofónico de la combinación de monosílabos, lo compro.

    Manderley

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  11. Por cierto, me he dado cuenta de que escribí "rallar" cuando debería haber escrito "rayar". La culpa es de word, por supuesto.

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  12. cualquiera:

    Pues yo también te compro lo del valor de lo coloquial en los relatos. Es más difícil y aporta más riqueza literaria captar los pequeños detalles orales de la vida normal que escribir correctamente como en un texto de notario.

    Por cierto, Manderlay, identifíquese o pensaremos que es usted un fantasma blbl

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  13. ¡Hola, Manderlay! Un relato bastante peculiar el tuyo. Me confundí un poco al principio; sin en cambio me gusto.
    En lo mejorable y dudas sobre tu relato, son “ponerle la zancadilla” No sé que quieras decir con eso. En México poner una zancadilla es meterle el pie a alguien para que caiga, no me imagino haciendo eso a un cartel.

    Por si ya había discusión con ese “Se” que yo si lo veo incorrecto, pues es como si dijeras en primera persona: “me acerqué hasta el coche para ver si (me) las había dejado dentro. Pero no. “ Hay otro error en “Nada más entrar se dieron cuenta de que algo había pasado.” Existe discordancia entre sujeto (entrar) y verbo (dieron) en la oración. Ese error aparece dos veces.

    Por si te apetece visitarme, soy el 12 de la lista.
    Un gusto leerte!!

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    1. Hola, cesar henen, gracias por comentar. Con gusto leeré tu texto.

      No veo la discordancia que comentas. "Nada más entrar" es una subordinada temporal en forma no personal. Si yo hubiera escrito: "Cuando entró se dieron cuenta..." entonces sí, o solo entró una persona o habría un error de concordancia, pero no es el caso.

      Saludos,
      Manderley

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