sábado, 17 de marzo de 2018

El Errante - Valeria (R)

No sé de donde vino. Apareció en la tienda un viernes a la hora del cierre. Hizo un gesto de saludo con la cabeza y se perdió entre los estantes a ojear discos. Lo estuve vigilando por el espejo de seguridad un momento pero rápidamente me di cuenta de que era un vagabundo decente, de los que duermen en cajeros automáticos y piden a las puertas del mercado un bocadillo o un café con leche. Seguí cuadrando la caja y escuchando las noticias por la radio. Gisele tenía en vilo al país con fuertes vientos y lluvias. Había hecho volar techos de polideportivos, había tirado árboles centenarios, inundado casas y y apilado coches y furgonetas como si fueran juguetes. La narración radiofónica atrajo al hombre hasta el mostrador y pude ver sus rasgos por vez primera. Tenía el rostro del color y la textura de la arena mojada, la nariz y los pómulos afilados de hambre y unos ojos oscuros que evitaban mirar a los otros directamente para no incriminarse de tristeza. Le dije que iba a pasar la noche en la trastienda y que podía quedarse si quería. No faltaría una lata de comida caliente ni un trago de vino también caliente. Había un catre y un sofá, una televisión vieja y un ordenador sin antivirus. El hombre asintió sonriendo.
Esa noche hablé de más. De la esposa que se escapó como bruja en escoba. De los hijos que nunca tienen tiempo para el padre salvo cuando sus cuentas corrientes necesitan un suplemento. Del daño que hace la piratería al negocio. De la soledad. De las habitaciones vacías. De la cama fría. De la nostalgia del calor. De la soledad.
A la mañana siguiente, con Gisele alejándose como una gata satisfecha por el daño causado, le conseguí un trabajo en el cine del barrio como acomodador. El uniforme le quedaba grande pero no se quejó. Las propinas eran escasas pero me las mostraba con una sonrisa de satisfacción. Volvía cada noche a la trastienda y a mi cada noche se me volvía a calentar la boca. Invariablemente el hombre escuchaba con la cabeza baja, asintiendo de vez en cuando, sin apenas hablar.
Así pasaron los días y después los meses. Yo conseguí una cita con una peluquera divorciada que venía a comprar discos de Alejandro Sanz. Luego otra y otra después. A la cuarta cita dejé la trastienda y volví a abrir la puerta de mi casa. La peluquera se instaló en ella como si siempre hubiera vivido allí. El hombre siguió durmiendo en la trastienda durante un tiempo. Nos encontrábamos cada mañana cuando yo abría y él marchaba a recorrer la ciudad hasta la hora de entrar al cine. En esos breves encuentros me interesaba por su vida con la paternal curiosidad que da la felicidad. Como era costumbre en él, apenas hablaba, hasta que una de aquellas mañanas quise contagiarle mi esperanza y le recomendé ahorrar, alquilar un piso, buscar una compañera.
— Fíjate en mí — dije con gesto ilusionado —. Cuando nos conocimos estaba hundido y ahora soy un hombre nuevo.
— Lo sé — me respondió —. Vine por ti.

5 comentarios:

  1. Hola, Valeria.

    Buen relato. Me ha gustado mucho el último giro que le has dado. Como al final, el que pensaba estaba ayudando era el ayudado.

    Enhorabuena por el trabajo.

    También participo en el taller de este mes, mi relato es el número 20: Canela, vainilla e incienso.

    ¡Un saludo!

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  2. ¡Hola, Valeria!

    Te sere sincero, no entendi la historia, ¿Quienes Gisele? Espero que no sea el vagabundo, ese es un nombre de mujer. Lo digo porque en este párrafo: "A la mañana siguiente, con Gisele alejándose como una gata satisfecha por el daño causado, le conseguí un trabajo en el cine del barrio como acomodador." Parece que Gisele es el vagabundo pero que es una gata satisfecha por el daño causado y que aun así le consiguió un trabajo en el cine. Me dio dejas a entre ver que ese vagabundo es la muerte.

    Corregibles que veo, solo uno. Hay una doble y en "inundando casas y y apilado coches"

    Por si gustas pasar a mi relato, soy el 12.
    Un saludo.

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  3. Hola Valeria, me ha encantado tu relato. En medio de una atmósfera de misterio, has descrito la vida sencilla de tristeza, soledad y superación de cualquier persona. El giro del final es fantástico. como la vida misma. Te felicito. Si quiere leer mi trabajo, es el número 24. Nos leemos.

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  4. Saludos, Valeria:

    He leído con atención tu relato. Debo decir que me ha gustado, pero hay algunos detalles de construcción que me gustaría hacerte notar.

    El texto es una escena, tiene su introducción, su nudo y el descenlace, aunque estos últimos son bastantes sútiles que pueden pasar desapercibidos. En ellos, me hubiera gustado que ahondaras más, ya que este mes, no teníamos limites de palabras.

    Has uso de las separaciones de puntuación. Tienes frases bastantes largas. La regla es que una frase no debe superar las viente palabras, para que sea entendible. Te marcó la primera que me fue notoria:
    «Lo estuve vigilando por el espejo de seguridad un momento pero rápidamente me di cuenta de que era un vagabundo decente, de los que duermen en cajeros automáticos y piden a las puertas del mercado un bocadillo o un café con leche.»
    Hay cuarente y dos palabras. Entre decente y De los, se puede separar con un punto y seguido.

    Vel que César se ha confundido con quien es "Gisele", creo que siendo que es un nombre de mujer, y luego mencionas al vagabundo, lo ha relacionado; sin embargo, hablamos de una tormenta. Siempre se menciona su categoria, ya sea tormenta trópical o huracán. "Huracán Gisele". Aunque lo entendí al principio, si extrañé que no la categorizaras.

    Hay un poco de precipitación en aceptar que el vagabundo se quede en la trastienda. No vemos el porqué toma esa decisión, (pesé a que piense que es de los "decentes"). No hay una justificación que nos haga comprender sus acciones.

    También contrario a César, para mi el vagabundo no es sino "esperanza"; no la muerte. Ya que desde el encuentro "fortuito" entre estos dos hombres, la vida del dueño de tienda comenzó a cambiar. Una, porque vio que hay gente con mayor necesidad y dejó de verse a si mismo como una victima del destino. Ese que le "quita" todo. Y poco a poco, su vida, mejora. Al punto de relacionarse y enamorarse de la peluquera. Pero, sea uno u otro punto (muerte/esperanza), la idea sigue siendo vaga.
    Es por ello, que te menciono que pudiste explayarte más y ahondar en esas cuestiones.

    donde, es dónde, en la primera frase.

    Por lo demás, la historia me ha gustado. Al menos yo, le veo el lado positivo a la vida, y que pese a las negaciones que otros te dan en la vida, siempre encontrarás seres que llegarán a enriquecerla.

    Saludos, ¡nos leemos!

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  5. Hola, Valeria (:
    Tu relato me ha parecido muy ameno, a pesar de las confusiones. Yo he entendido lo de Gisele, pero con que un lector no lo entienda, es suficiente. Lo que sí comparto con Cesar es que me dio la sensación de que el vagabundo era la Muerte. Por eso de "Vine por ti". Como si se lo fuera a llevar. Después, leyendo los comentarios, me he dado cuenta de que el significado puede ser otro. Y con razón.
    Lo que más me ha gustado es que el prota (por cierto, sin nombre;estaría bien que se lo hubieras dado) haya sido tan solidario y lo haya acogido sin pedir nada a cambio. No todo el mundo (más bien pocos) haría algo así.
    Lo que menos me ha gustado ha sido que la mayoría de los párrafos eran algo largos para mi gusto, sumado al escaso diálogo al final (yo, personalmente, habría puesto bastante más). Peroes un relato bastante corto, así que tampoco es muy grave.
    En cuanto a correcciones, el "donde" de la primera frase, como bien te indica K.Marce, es con tilde ("dónde"), puesto que es interrogativo.
    Y, por último, esta frase: "Volvía cada noche a la trastienda y a mi cada noche se me volvía a calentar la boca.". "mi" lleva tilde, ya que es un pronombre personal y no un posesivo. Y el segundo "cada noche" (quitaría uno de los dos: es repetitivo) entre comas: "Volvía cada noche a la trastienda y a mí, cada noche, se me volvía a calentar la boca.".
    En fin, espero haberte ayudado.
    Por si te apetece pasarte por mi relato, soy tu vecina de abajo, número 23 ;P
    Un saludo! Nos leemos.

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