lunes, 18 de junio de 2018

Un hombre afortunado - K. Marce


Llevaba un hacha en la mano, mientras seguía a dos hombres que iban adelante. Caminaban sobre los escombros de lo que hacía un par de horas había sido una callejuela, ahora la ceniza cubría todo el lugar. La mascarilla podría filtrar las partículas grandes, pero el hedor era horrendo. No sabía distinguirlo muy bien, una mezcla entre el típico aroma de la madera quemada y un olor ácido, arenoso, putrefacto del azufre. Los que caminaban al frente, se cubrían la cabeza, nariz y boca con camisas prestadas, solo se veían sus ojos cubiertos de ese fino polvo grisáceo. Ellos eran locales, y guiaban al grupo de siete bomberos a una vivienda en donde sabían que toda una familia soterrada por el humo piroclástico que aquél furioso volcán había expulsado a media mañana de ese día. Un domingo en donde todos estaban en casa, preparándose para las visitas del fin de semana, o saliendo a la misa mañanera.
Caminar era dificultoso, el calor se percibía en el suelo, en el aire, y pese a que era temprano, el cielo estaba oscuro y opaco. Las linternas de los cascos, alumbraban por donde pisaban, que no era sino los techos, porque las cenizas seguían calientes, cubriendo como si fuera nieve de invierno, acumulada en montículos impenetrables.
El silencio era interrumpido por el crujir bajo sus pies, el rebote de los pasos en las láminas de aluminio y los fragmentos que se rompían bajo el peso. Aunque esa misma ausencia de voces, clamando auxilio, era desconsolador. Transcurrieron quince horas de la tragedia cuando los cuerpos de socorro arribaron a la denominada "Zona Cero". Para Fabio, que seguía de cerca de los aldeanos, era su primer año como bombero voluntario. Su experiencia se basaba en apagar conatos de incendio en los bosques alrededor de la ciudad. Unos meses atrás, durante un incendio, los vientos cambiaron de rumbo avivando un fuego que pensaron extinto, cinco de sus compañeros, fueron arrinconados por las llamas, muriendo uno en la escena y cuatro gravemente heridos. Había permanecido en la retaguardia, y junto con otros lograron escapar de las abrazadoras flamas.

Este era otro tipo de trabajo, no era prevención o control, sino uno de búsqueda y rescate. Sus mayores logros habían sido bajar a un gato de un poste de luz, auxiliar un parto en una acera de un populoso bulevar y sacar a un borracho de un río. Así que a cada paso, debía recordar todo lo enseñado y practicado, se mentalizaba que deberían rescatar a esa familia, o al menos, recuperar los cuerpos.
Los aldeanos se detuvieron al borde de un techo, observando que no podían avanzar, discutieron si estaban en el lugar correcto ya que lucía muy diferente a cómo lo recordaban. El jovencito estaba seguro que la propiedad de sus padres estaba cuatro casas adelante. Por donde avanzaron no daba para un paso más, una brecha enorme los separaba del siguiente domicilio. Los hombres buscaron algo que les fuera de utilidad, las ramas caídas o los pedazos de madera utilizadas no fueron suficientes para alcanzar ni siquiera el muro.
El radio del líder advirtió una nueva actividad volcánica, por lo que se les dio orden de abandonar de inmediato la zona. El joven al escuchar tal sentencia, comenzó a dar voces, llamando a sus familiares, con la esperanza de ser escuchado y que aquellos también se dieran a conocer; moviendo la urgencia de sacarlos pese a la advertencia. Su compañero lo tomó del brazo, cuando la alarma se escuchó a distancia. Ese ulular que le hizo negarse a moverse. Los hombres no sabían que hacer, estaban demasiado expuestos para soportar una nueva ráfaga piroclástica. Lo sensato era regresar.

Otras diez horas los separaba de acceder a aquella zona, en donde existía la posibilidad de encontrar personas con vida, por lo que nuevamente emprendieron camino. El joven aldeano iba siempre al frente, no parecía ni cansado, ni desvelado, había una fuerza interna en él. Esta vez llegaron con mayor prontitud, sabían que el camino sobre los tejados era seguro. Cargaron una escalera que les serviría de puente para cruzar dónde antes no pudieron.
El joven corrió al ver la callejuela donde creció, guardando alguna esperanza. Los bomberos lo hicieron a un lado para poder romper la puerta cerrada y tener acceso a la vivienda. Adentro únicamente silencio. Las linternas alumbraban lo que parecía ser una cueva, esa maloliente fetidez seguía presente, con aquella ceniza que lo cubría todo. No existía otro color sino el gris. El joven se hizo paso entre los hombres, buscando a su familia. Las habitaciones también cerradas, arrojaron el peor de los escenarios. Todos ellos yacían muertos en las esquinas, acurrucadas bajo las sábanas. Una mujer anciana estaba en una silla mecedora, con una toalla sobre su cabeza. El joven dijo que era su bisabuela. Comenzó a nombrarlos a todos, a su abuelo, a sus padres, a sus hermanos y pequeños sobrinos. Un total de doce miembros.
El bombero voluntario se conmovió de tal escena, jamás había visto semejante cosa. Sorprendido de la fortaleza de aquel joven que con cuidado tocó la mano inerte de su madre sin una lágrima. Se volvió y quitó a la pequeña bebé escondida en el regazo de su cuñada. La envolvió para llevársela. Era momento de retirar los cuerpos.
Siendo nueve hombres, decidieron sacar a los niños primero, que faltaban cuatro por retirar. Improvisaron hamacas con las sábanas para retirar a dos adultos. Ahora debían hacer otra ruta de regreso, sería difícil salir por los techos. El material de cenizas y lava en las calles seguía caliente, por lo que hacían camino con lo que encontraban, un portón, una teja, una madera o una piedra. A medio camino, un perro blanco manchado comenzó a ladrar, el joven aldeano le silbó por lo que el perro se movió hacía una casa, rascando con vehemencia la entrada. El jovencito se acercó, cargando en un brazo a su sobrinita, y abrió la puerta. Los otros bomberos le llamaron para que no entrara solo, a los pocos momentos él salió con un segundo bebé en los brazos, era una niña que encontró con la ayuda del perro, escondida en un clóset, estaba viva. Así salieron todos, buscando la salida hasta el grupo de ambulancias, el perro se vino con ellos, como si supiera que ya no tenía nada que hacer.

Las cámaras de los reporteros se abalanzaron sobre ellos, preguntando estupideces o guardando respeto. El joven que cargaba a los bebés dijo que creía que nadie de su familia había sobrevivido, eran treinta y siete los que vivían en esa zona. La niña "Milagros" fue llevada a los paramédicos, mientras el perro movía la cola siguiéndola. Fabio dejó el cuerpo que cargaba con otros compañeros; mientras se quitó por fin la máscara. Las lágrimas comenzaron a rodarle por sus mejillas cenizas, pensando en aquél joven que lo había perdido todo; pensó en sus propios padres, su joven esposa. Pero en ese momento, no se sintió un hombre afortunado.

***
Homenaje a los grupos de socorro del mundo y a las víctimas de la tragedia del Volcán de Fuego, ocurrida en Guatemala, el domingo 3 de junio, 2018.
Donaciones: Cuenta # 3033699352 de Banrural a nombre de Cruz Roja Guatemalteca, Código Swift/IBAN GT03 BRRL 0101 0000 0030 3369 9352

16 comentarios:

  1. Hola KMarce:
    Bonito homenaje has hecho a esos valientes que, en Guatemala; Los Ángeles (California); Guadalajara (España); Méjico; Haití o en cualquier lugar del mundo, están dispuesto a salvar vidas y a jugarse la suya en el intento.
    Yo tengo casi acabado un borrador que publicaré en mi blog cuando regrese de nuevo a Madrid dentro de unos días. Y curiosamente mi historia también va de un bombero. Puede ser que por el "hacha" haya propiciado este mes muchas historias parecidas.
    Felicidades.

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    1. Gracias, Vespaisano.
      El cuerpo de bomberos voluntarios, es muy admirado por mí. Son hombres y mujeres muy altruistas, penosamente en países como el mío, no cuentan con todo el apoyo que el gobierno debe de darles.
      Espero que puedas compartir tu relato, voy a leerlo en cuanto lo publiques. Un saludo fraterno.

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  2. Debo mencionar que las historias relatadas en este espacio todas son ciertas, con un poco de alteración a los verdaderos hechos. Los cinco bomberos que sufrieron quemaduras por apagar inciendios forestatales ocurrió en mi país, penosamente de los cinco solo hay uno vivo a la fecha.
    Los casos del gato, el bebé del boulevar y el borracho, también fueron noticias locales. Ahí todos sobrevivieron.

    El caso del joven aldeado que perdió a toda su familia también es correcto, la nena "Milagros" que tiene otro nombre ha pasado a vivir con otros familiares y el perro ha sido adoptado por una familia guatemalteca de la capital.
    Este caso en Guatemala me ha tocado profundamente, ya que tengo un sobrino de esa nacionalidad y dos de mis hermanos estudiaron en ese país. Las tragedias ocurren en todas partes, y nunca debemos olvidar que podemos ayudarles aun a la distancia. Mi corazón siempre estará con aquellos que sufren. Gracias por leer este homenaje.

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  3. Hola K.Marce,

    Una historia muy conmovedora y al mismo tiempo un homenaje precioso.
    Es cierto, las tragedias y desgracias ocurren en todas partes; nadie debería pasar por estos momentos.

    Por lo demás y como siempre, me gustan tus relatos; la lectura es amena y hace que se lea sin parar y entendiendo todo lo que escribes.


    Te sigo leyendo, un saludo.

    Rosanna

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  4. Leosinprisa

    Sentido homenaje a una gente valiente, unos verdaderos heroes que merecerian más estatuas y proclamas que muchos otros. Por desgracia nuestro mundo es desagradecido con personas así, pero espero que tu relato sirva para que todos los tengamos más en cuenta cuando vivimos momentos difíciles.

    Algunas cosas que creo pueden mejorarse:

    "y guiaban al grupo de siete bomberos a una vivienda en donde sabían que toda una familia soterrada por el humo piroclástico que aquél furioso volcán había expulsado a media mañana de ese día." Aquí casi me he quedado sin aliento, creo que esta frase necesita desesperadamente alguna coma y yo pondría "yacía" entre "familia" y "soterrada".

    "que seguía de cerca de los aldeanos," supongo que aquí quisiste poner "que seguía de cerca a los aldeanos,"

    "El radio del líder", se me hace extraña la frase, yo habría puesto "La radio del líder", aunque esto puede deberse a que es una expresión que en mi país no se utiliza.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo

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    1. Saludos, Leosinprisa

      Muy agradecida con todas las correcciones, ya que está vez se puede decir que se fue sin filtro. No había tenido tiempo de escribir el relato y solo tenía el primer párrafo. Luego con el tiempo encima decidí no participar. (Borré mi espacio #18, que habia preelegido, es el número de mi cumple). Luego, vi otra noticia y pensé que no podía dejar el homenaje por fuera. Asi que lo escribí y terminé cuando publiqué la recopilación. Sin reposo y sin correcciones. Lamento el "abuso", pero me pudo más el deseo de no dejar la historia fuera.
      Gracias por notar lo que fue invisible en su momento para mí. Es lo malo de corregir una palabra, y olvidarte de la frase. :P
      Nos leemos!

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  5. Hola K. Marce, veo que has tenido fuerza para escribir este relato conmovedor de una desgracia, tal cual parece hayas estado allí, ésta es la imaginación del escritor. Hablas de casos que efectivamente son reales, me alegro por los que sobrevivieron; a los demás paz eterna. Viendo por la TV,avanzar sin control las nubes de polvo y cenizas es aterrador. He tenido la suerte de pasear por las calles de Pompeya y estar sentado a la puerta de lo que fue una casa sobrecogido por la desgracia. Felicidades por tu relato y nos seguiremos leyendo.

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  6. Si te viene de gusto, estoy en el 15, como El Chaval

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  7. Son tragedias que se pueden evitar y que lastimosamente no sucede así porque no tenían sistema de monitoreo, pero en fin los gobiernos muchas veces se gastan el dinero en otros asuntos.

    K.Marce te felicito por tan bello homenaje.

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  8. KMarce, no era necesario la alusión al tema de tu relato La tragedia la hemos conocido al momento en el mundo entero. salu2

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  9. Hola K.Marce. Muy bueno tu relato, con algunos detalles por corregir propios del afán pero que no le restan mucho. Chévere que se hagan este tipo de homenajes a las personas que se sacrifican por ayudar a completos desconocidos a superar sus tragedias.
    Saludos!

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  10. Hola:

    Un sentido relato de unos hechos que bien podría formar parte de una crónica periodística, narrada con una seriedad y respeto lejano del sensacionalismo con que, en demasiadas ocasiones, se abordan este tipo de sucesos.
    Felicidades.

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  11. Hola, K.Marce.
    Vengo del pido de abajo, y no quería dejar de comentar a la anfitriona del lugar. Gracias por tu trabajo.
    Es una historia dramática y triste, donde, una vez más, hay que dar las gracias a todas esas personas que, altruístamente, hacen tanto por los demás.
    Es bien cierto, como dice César Henen en su comentario, que muchas de estas catástrofes podrían evitarse con los medios adecuados. Por eso creo que tu homenaje es muy importante y sincero, aunque los protagonistas de estas gestas nunca se enterarán de tu pequeña aportación, quedará en la memoria colectiva de quienes lo leímos. Cada vez me doy más cuenta que, a todos los niveles de la vida, cientos y miles de personas son las que hacen que el mundo gire y avance, con su pequeña aportación a la comunidad, al margen de los organismos oficiales.
    Mi enhorabuena por tu trabajo.
    Un saludo

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  12. Buenos días K. Marcé: Me ha gustado tu relato y más cuando he sabido que los detalles que narras son una selecta recopilación de hechos reales. Has hecho un Homenaje particular a todas estas personas que ayudan en momentos catastróficos.

    Como dices que no has tenido tiempo de corregir, los errores y mejorables que he visto te los voy a señalar para ayudarte en la corrección ya que me siento responsable por el trabajo que te tomas por todos nosotros. Muchas gracias.

    En la primera línea dices: " mientras seguía a dos hombres que iban adelante.". Creo que en este caso es "delante".

    En la tercera línea pones: " La mascarilla podría filtrar las partículas grandes". Creo que sería "podía".

    En la frase superlarga que te han señalado, creo que le falta un verbo: "sabían que toda una familia soterrada por el humo piroclástico que aquél furioso volcán había expulsado a media mañana de ese día".
    ¿Qué tal así? "sabían que toda una familia había sido soterrada por el humo piroclástico que aquél furioso volcán había expulsado a media mañana de ese día.

    Otra cosa en esta misma frase: "Aquél", es sin tilde.

    Esta frase:"que no era sino los techos" . "Si no", separado.

    Esta otra frase: " Para Fabio, que seguía de cerca de los aldeanos". Debe ser: " a los aldeanos"

    Hay mucha belleza en esta frase: " Aunque esa misma ausencia de voces, clamando auxilio, era desconsolador".

    Se me han puesto los pelos de punta con esta otra frase: "era una niña que encontró con la ayuda del perro, escondida en un clóset, estaba viva."

    Por hoy nada más. Un saludo, Menta

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  13. Hola K.Marce
    Felicitaciones por haber rescatado a personas que ofrecen su esfuerzo y su vida en acciones de tanta valentía.
    A menudo sucede que los hechos reales superan por mucho nuestras posibilidades de imaginación y son muchas veces también mucho más crueles que lo que podemos pensar.
    Saludos
    Marcos

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  14. Hola KMarce:
    Al fin he podido publicar en mi blog la historia del "Hombre afortunado"
    Por si te apetece leerlo, mi blog es: lhlupianes@blogspot.com
    Gracias anticipadas y deseos de un buen invierno para ti y toda tu familia. Felicidades

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