jueves, 17 de mayo de 2018

Las Cenizas del Dragón - Wanda Reyes


El trayecto fue largo desde la ciudad hasta aquel remoto lugar en las montañas. La neblina hacía casi imposible ver a los carros que venían en dirección opuesta en la carretera o incluso el divisar la dirección a la que esta doblaba. El ascenso fue muy lento y los nervios estaban a flor de piel.

La mente de la detective corría sin parar. Sus pensamientos eran detenidos únicamente en los momentos en que Enrique detenía el carro al verse frente a un acantilado.

Repasó en su mente los sucesos de la semana y trataba aún de unir los puntos que pudieran dar algún indicio que esclareciera los asesinatos.

Miraba el calendario con las fechas en circuladas, y no lograba encontrar alguna relación con las muertes. Sacó el mapa con los lugares donde habían sido secuestrados y tampoco tenían algo que los ligaran entre sí.

Después de meses de investigación por fin habían dado con una pequeña coincidencia, todos los muertos eran hombres de edad entre los cuarenta y los cincuenta años, sus restos irreconocibles pudieron ser identificados únicamente por los registros dentales. De ellos quedaban únicamente cenizas.

Se realizó un rastreo aéreo en el lugar de la última víctima, finalmente se logró encontrar que las cenizas de los cuerpos habían sido dispuestos en forma de dragón. Todas las víctimas fueron asesinadas en sitios, que al verse en el mapa formaban un círculo y en el centro de este círculo estaba la cueva del dragón.

Clara se odiaba por no haber visto estas pistas antes, y que las imágenes del cuerpo del último hombre dispuesto en forma de dragón, hubiera sido el descubrimiento del policía novato que cuidaba el perímetro y que torpemente jugaba con un dron que recién había comprado.

Cada vez que escuchaba a sus compañeros detectives hablar en secreto y reírse cuando ella pasaba, la hacía sentirse incómoda. Toda su vida había tenido que sobresalir en un mundo de hombres, con cinco hermanos varones y su padre. Este le enseñó a ser fuerte y autosuficiente.

Siempre fue muy segura de sí misma, hasta el día cuando fue recibida por sus superiores en aquella estación, y presentada como la mejor detective de su clase, siendo promovida por sobre muchos otros con más experiencia que ella. Se creyó juzgada por su género, ante todos los demás elementos de la estación y por primera vez se sintió vulnerable.
Se exigía siempre un extra para probar que estaba ahí por capacidad y no por algo más.

Aquel hallazgo por el novato revivió aquel primer ingreso a la estación, y sintió como que su capacidad era puesta en duda nuevamente.

—Estoy aquí Clara, habla conmigo que tal vez te pueda ayudar. Deja de hablar en murmullos que me vuelves loco. Recuerda que soy el único que creyó tu teoría de los dragones y estoy aquí no, exponiendo mi vida en esta maldita carretera a las cinco de la mañana un domingo.

—Sí Enrique, disculpa. Diez cadáveres en un círculo, todos quemados y dispuestos en forma de dragón. Según mis investigaciones el dragón representa las fuerzas primitivas de la naturaleza y el universo, es por lo que escogió este lugar rodeado de naturaleza. Pero… ¿Que lo llevó a matar a estos hombres? También implica la muerte y el renacimiento de un nuevo universo y es por lo que creo que su última víctima es un niño símbolo del centro, el renacer.

El asesino cree representar la lucha entre dos fuerzas, se siente el guardián, ¿pero de qué?

Sentía estar a un paso de resolver el acertijo sola, cuando sonó el teléfono.

—Detective Clara, he realizado la comparación de los diez cadáveres en todos los aspectos, lugar donde fueron secuestrados, lugar de trabajo, donde vivían etc. y he encontrado una pequeña coincidencia.

—La llamada se cortó otra vez, Enrique. Sacaré el teléfono satelital y trataré de conectarme con Mariano.

Faltaba poco para llegar a la cueva, se habían adelantado, pero a pocos kilómetros un grupo de policías venía detrás de ellos, para darles el apoyo necesario en el rescate. La idea era salir todos juntos, pero Clara no soportó más el pensar en el destino de aquel niño y le pidió a Enrique se adelantaran.

—Detective, ¿me escucha ahora?

—Si Mariano, continúa.

—Todos estos hombres fueron miembros o son hijos de miembros fallecidos de una empresa que tenía nexos con el gobierno y que conseguían contratos de manera ilegal para explotación forestal en la zona donde usted se encuentra. La junta la conformaban doce miembros.

—¿Faltan dos entonces?

—Así es, Uno es el nieto de Josué Cabrera. El señor Cabrera y su hijo fallecieron en un accidente aéreo el año pasado y todas las acciones pasaron a su nieto, Josué Cabrera Jr.

La detective no salía de su asombro, el asesino tenía al niño Josué y si había hecho esto con todos los miembros de aquella junta, era probable que hiciera lo mismo con aquel inocente niño.

Enrique se encontraba claramente estresado entre la carretera que ya les representaba un reto, y el pensar que llegarían muy tarde.

La detective preguntó sabiendo ya la respuesta, —¿Y el otro hombre que no está muerto es nuestro asesino?

—Así lo parece detective. El comisionado me ha dicho que le comunique que no entre sin antes esperar el apoyo.
.
—Así lo haré Mariano.

Enrique la vio de reojo cuando apagaba el aparato y su mirada le dijo que no esperaría a nadie, no podía dejar aquel niño a merced de aquel.

Se detuvieron a un kilómetro del lugar para poder inspeccionar el área. una vez frente a la cueva pudieron entrar y caminaron lo más que pudieron sin encender las linternas.

—¡Calla!, ¿oyes eso?—, dijo la inspectora susurrando. Un lejano murmullo se escuchaba. Una especie de llanto y cánticos.

El asesino trataba de crear un cambio en el universo, quería cambiar la idea en aquel pequeño niño de que no debía afectar la naturaleza siendo él, el único heredero de aquella compañía. Esto le daba a la detective una pequeña esperanza de que no lo dañaría. 

Llegaron a un punto alto de la cueva donde pudieron ver a lo lejos como el pequeño niño forcejeaba con las cuerdas que lo tenían prisionero. El asesino encendía una gran fogata y bailaba a su alrededor con una especie de disfraz de dragón. Finalmente se detuvo y miró al pequeño niño.
La detective apuntó y espero.

—Lo has prometido Josué, no dañarás este sagrado lugar. Los dioses me lo han pedido. Yo soy el dragón, el guardián de este lugar y lo protegeré. Cuando mi esposa e hijo murieron cerca de esta cueva supe que era por lo que habíamos hecho. Debíamos pagar, pero tú eres el renacer. —El niño lo miraba asustado esperando ver que haría. —¡Grítalo una vez más!

El pequeño niño gritó entre llanto y enojo. —Si, protegeré este luga…

No terminó la frase cuando un grito de horror inundó la cueva. El hombre se había lanzado al fuego y una vez prendido en llamas corrió en círculo hasta que cayó al suelo.

La detective se levantó apresurada y corrió hasta el niño. Sintió por un momento el temor que el hombre se lanzara sobre el pequeño y lo quemara.

El sonido de los policías entrando a la cueva era cada vez más cercano, Clara desató a Josué y lo abrazó con fuerzas.

El niño repetía suavemente, —Si, lo protegeré. Si, lo protegeré— Sus pequeños ojos no dejaban de ver al hombre calcinado.

***
Wanda Reyes cuenta con su propio blog en donde ha publicado este relato, si deseas dejar también ahí tu comentario, visita: Relato: Las Cenizas del Dragón en Un Rincon del Alma

2 comentarios:

  1. Hola Wanda
    He leído tu relato para intentar seguir la regla de los tres comentarios y ya te tocaba.
    Me ha parecido un cuento interesante, trataste de recrearlo con un aire misterioso envuelto en un thriller policíaco. Como de episodio de CSI.
    Un saludo

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  2. Hola Wanda. Soy Cualquiera, vecino de arriba. Se nota que dominas el género policial y la verdad es que te ha quedado una interesante historia en la que se mezcla la tensión del thriller y el aspecto misterioso del dragón, como un secreto que en parte rige el relato. Muy bien conseguido tu reto. Felicidades.

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