martes, 17 de abril de 2018

El folio en blanco - María de los Ángeles Mena

Se oía la lluvia golpear la ventana. El olor se entremezclaba entre tabaco, cognac y limón. La cama estaba deshecha, y el escritorio junto a ella era tan pequeño que apenas cabía espacio para el lápiz grafito, la pluma y el folio en blanco. Alberto suspiró. Tenía sueño, y a la vez, necesitaba escribir, aunque no tenía absoluta certeza de qué ni por qué. Pero era algo en él, una necesidad imperiosa que lo llevaba a sujetar la pluma con fuerza y apretar los nudillos. Goteó la tinta para formar un círculo morado oscuro sobre el papel. Alberto pensó en ella. Se le vino a la mente, como una silueta desdibujada, como si en su recuerdo se fuera empañando la imagen y perdiendo la nitidez. Recordó, no obstante, su aroma. Usaba perfumes a cítrico, siempre. A veces, claro, llevaba el de lavanda, pero solo porque se lo había regalado a él. Pero Alberto sabía a la perfección que en realidad no le gustaba, y prefería mil veces usar el perfume ácido, que teñía las sensaciones de un tono amarillo pálido. Miró otra vez el folio. No sabía qué escribir. Había tanto… y tan poco.

Se llamaba Paula.

Escribió temeroso, notando que la pluma temblaba en sus dedos. La soltó. Tomó el lápiz, quizá con eso podría borrar.

Se llamaba Paula, y yo la amaba, continuó, sin saber qué estaba haciendo. Recordó su vestido rojo, más escotado de la cuenta, y más, desde luego, de lo que la familia aprobaría. Se imaginó la lencería que traería debajo, y ese vestido, en efecto, era un estímulo para la imaginación.

Se llamaba Paula, y yo la amaba, y vestía de rojo.

Bailaba como los dioses. Eso era capaz de recordarlo. La sostenía en sus brazos, y parecía flotar sobre los aires, guiándolo a él en un vals que pareció, entre las manos de otra, jamás haber bailado en otra ocasión.

 Alberto tomó el papel, y lo arrugó. Ella no merecía esto. Aquello era un bodrio, mientras que esa mujer merecía una obra maestra, un Da Vinci, un Paganini, un James Joyce para que la amasen y la inmortalicen. No él, él era Alberto. Y la estaba, poco a poco, olvidando.

4 comentarios:

  1. Fortunata (Literautas)20 de abril de 2018, 6:16 a.m.

    Hola,

    Es bonito y bien escrito, tiene un tono melancólico muy sugerente (" teñía las sensaciones de un tono amarillo pálido", me encanta esta frase). La estructura la encuentro adecuada en cuanto a extensión y distribución. Ortografía y puntuación creo que bien pero creo que hay un pequeño error en "porque se lo había regalado a él" (de ser sin la "a", ¿no?)

    Enhorabuena!

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  2. Hola,

    Un relato fácil de leer y en cuanto a su extensión has tenido la suficiente para desarrollar con introducción, cuerpo y desenlace.
    Me ha gustado la idea en que cada recuerdo lo escriba en una palabra, muy significativa para el escritor.
    Comparto el pequeño error que comenta Fortunata, también creo que la "a" sobra. La resta de ortografía y puntuación, a mi parecer, creo que bien.
    Muy buen relato, enhorabuena!

    Si te apetece pasar por mi relato, es el texto 10.

    Un saludo

    Rosanna

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  3. Saludos, María de los Ángeles:

    Gracias por publicar conmigo. Estoy en la recta final, de leer todos los textos del recopilatorio del mes de abril.

    Tu texto es fácil de leer, y complejo en cuanto a la perspectiva del protagonista. Si bien es cierto que no encuentro el temor a la hoja en blanco, sino a su exigencia de hacerlo correctamente, que las palabras cuenten.
    Hay algunos detalles de la forma que me gustaría hacerte notar:
    **apenas cabía espacio para el lápiz grafito, --> Aquí sería: había. La palabra caber es "tener espacio determinado objeto", por ende, no puedes darle espacio al espacio.
    **certeza de qué ni por qué. --> ni el porqué, ya que representa la razón o causa de algo, (sustantivo) y no es una pregunta (ahí se admite separado). En este caso, siempre irá precedido de un artículo o un determinante.
    **Se llamaba Paula.--> aunque es de uso generalizado, lo correcto es: Su nombre era/es Paula. Ya que al usar "se llamaba" es incorrecto, por el hecho que las personas no se llaman a si mismas. Nosotros las llamamos por su nombre. No lo olvido ya que me costó la vergüenza en la clase de español en secundaria.
    **Muchas "Y" en el texto. Hay dieciséis cuando tu texto no es tan extenso. La regla es, si la frase se entiende sin la "y", elíminala.
    **Se llamaba Paula, y yo la amaba, continuó, sin saber qué estaba haciendo. --> En este caso, lo que el protagonista escribe, o se encomilla, (para dar a entender que es textual), o se separa con punto y aparte, a partir de continuó. Ya que de dejarlo de esa manera, parece que se trata de lo que él está escribiendo, y no esa pausa que él personaje hace en ese momento de reflexión.

    Me ha gustado el contenido, es una historia muy triste, de los amores perdidos, los recuerdos que se desvanecen y que pese a que deseamos recordarlos, el tiempo hará que aquello inolvidable, termine olvidándose. Triste realidad, pero así es la vida.

    Espero que participes en el taller del mes de mayo. ¡Nos leemos!

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  4. Me ha gustado el tono de tu relato. Es verdad, como apuntaba Fortunata en un comentario, que la melancolía lo impregna todo. La necesidad escritora del protagonista desemboca en el vacío de su impotencia. Porque a partir del recuerdo de ella, cree haber encontrado su tema, sabe ya sobre qué le gustaría escribir, y sin embargo, ese recuerdo tan vivo lo desborda, se siente incapaz de traducir en palabras el amor que sentía, y de esa forma, prefiere escorarse hacia el olvido, que atreverse a contar. Un resumen de lo que puede ser un proceso de parálisis. En definitiva, para mí, bien contado tu folio en blanco. Enhorabuena.

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