lunes, 18 de junio de 2018

EL HOMBRE AFORTUNADO - Toñi Avila


Llevaba un hacha en la mano y en la otra sostenía los tres añitos de su hija.
En su cabeza rondaba la idea de ser el mejor padre del mundo, o al menos el mejor padre para su hija.

Decidió comenzar por el principio. El invierno tocaba en la puerta. Se presentían las primeras heladas. La humedad penetraba los huesos como si fuese humo. Calaba hasta el aliento.
Había que partir leña si querían estar calientes en la choza. 

Los primeros rayos de sol se filtraban entre la arboleda, embutida en la bruma nocturna que remoloneaba sin ganas de diluirse.
En un claro, sentó la niña al sol. Le explicaba como talar el árbol, trocearlo, hacerlo cuñas, empacarlo, atar un buen fajo de palos con un cordel...mientras la miraba con una dulzura indescriptible, con nubecillas en los ojos. Ella empapaba la lección con una gracia perfecta. Como esponja y agua.

Tras limpiarse el sudor con el revés de la mano, el leñador se cargo el haz de leña al hombro, junto al hacha y tomó de la mano a la traviesa y vivaracha aprendiz, para volver al hogar.

La enseño a cazar, pescar, buscar fruta salvaje, semillas comestibles, setas y demás manjares que Madre tierra nos regala.
La instruía en el noble arte de nadar, trepar a los árboles, escalar, llenarse de barro y bañarse después en el riachuelo. Disfrutaban del chapuzón juntos. Jugueteando a salpicar agua.
Hasta aprendió como hacer pan. Lo desayunaban recién salido del rústico horno, al alba. Con la corteza tostada, crujiente y humeante. De rechupete. El olorcillo embriagaba.
Ordeñaba la cabra, hervía la leche y recogía los huevos de las gallinas de guinea. 
Eso sí, el aceite hirviendo no lo tocaba.

Nadie diría que contaba con tan solo cuatro julios en plena inauguración de las primeras nevadas.
Estaba asimilando como encender la chimenea, lo más difícil de todo. Solo conseguía hacer humo. Su progenitor acariciaba su mejilla mientras le dejaba rodar un beso por la frente. 
La pequeña nunca se rendía. Le devolvía la mirada curiosa y escribía nuevas señales de humo. Con un entusiasmo envidiable. Estudiosa. Graciosa. Tenaz.

* * *

Soy un hombre afortunado, pensó, aunque mi esposa ya no esté. Tengo su retrato presidiendo la chimenea y su recuerdo vive presente cada segundo en mi corazón. Latente. 
Perdí la gran casa que construimos juntos... solo conservo esta humilde choza. Hermosa.
Sin dinero para un motosierra, me conformo con el hacha del tatarabuelo. Compañera y trabajadora incansable. Invencible. Fiel. Luchadora.
Mi familia se reduce a una hija, por la cual lucho y vivo. Risueña y vivaz. Mi alegría. Miramos fotos de su madre todas las noches, en vez de leer cuentos. Percibo como sueña con ella cogida de mi mano, con un palpitar en cada dulce respiración. Paseamos los tres por el sendero del pinar. La familia perfecta que vive de ocupa en mi alma...también preside su pequeña e inquieta cabecita. 
Se que es completamente feliz. Su madre la visita todos los anocheceres. La abraza. La mima. Le susurra una nana al oído. La besa en la frente. Vela sus sueños.

* * *

Hoy, en mi treinta y cinco cumpleaños, siento que sigo teniendo un padre afortunado, porque aunque ya no esté conmigo... esta con mi madre. 
Ya me uniré a ellos cuando toque. 

Conservo sus retratos. La choza, es una buena cabaña, donde crío a mis hijos en las enseñanzas que papá me legó. Su abuelo. Ojeamos fotos del yayo y la yaya cada noche. Mantenemos vivos sus recuerdos. Respiramos felicidad. 

Vibe.

9 comentarios:

  1. ¡Hola! ¡Qué bonito relato! Lo siento, lo tenía que decir. Quiero destacar la habilidad que tienes para transmitir ese amor que el padre siente por su pequeña. Me gusta tu estilo, usas oraciones cortas y eficaces que ayudan mucho a mantener el interés. Me gustó mucho.
    Lo único que quizá corregiría, es la edad de la pequeña al principio, ya que bueno... creo que una niña de tres años aún no puede lograr tan bien todo aquello.

    ¡Excelente trabajo!

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    1. Gracias Evelyn por tu visita... y por los elogios.
      Es la primera vez que alguien, que no conozco,lee algo de lo que escribo y es muy reconfortante saber que además le gusta. Sienta genial.
      Tal vez tengas razon y la edad de la niña sea poca para lograr tantas tareas. Debería haberlo pensado mejor... aunque conozco crías que son autenticas esponjas casi recien nacidas.

      Paso por tu relato y te leo.

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    2. ¡En eso tienes razón! Yo también he visto niños así de listos jaja.

      Y bueno, no es para menos, escribes muy bien :)

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  2. Hola Toñi:

    Has escrito una bonita historia intimista, entorno a una herramienta que se hereda de una generación a otra. Yo le hubiese prestado mayor protagonismo, utilizándola como hilo conductor del relato, el argumento casi lo pide.

    Los cambios de narrador que están bien organizados. La exposición está impregnada de dulzura consiguiendo el fin que pretendes: emocionar. Aunque encuentro el último párrafo un poco telegráfico y algo desorganizado. Por ejemplo: parece innecesario aclarar que el padre del protagonista es el abuelo de sus hijos (podría ser: crío a mis hijos en las enseñanzas que su abuelo me legó), las alusiones a los retratos en una misma frase... Pero no me hagas mucho caso ya que todo es cuestión de gustos.

    Olvidaste alguna tilde para acentuar “enseñó” y “está”

    Nos seguimos leyendo.

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  3. Hola, Toni.
    Para no repetir, te diré que estoy de acuerdo tanto con la sugerencia de Évelyn, como con las de Labajos.
    La historia es tierna y yo, particularmente, agradezco que el hacha no la hayas utilizado para cortar cabezas.
    Un abrazo literario

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  4. Gracias labajos por pasarte por mi relato y por las recomendaciones. En lo referente a gramática y ortografía he flaqueado mucho estos últimos años. Necesito volver a repasarla. Del ultimo parrafo te doy la razón, me quedó un poco raro. Respecto a lo de darle mas importancia al hacha como hilo conductor no me convence mucho.

    Gracias de nuevo.

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  5. Hola, Ana Palacios.
    Gracias a ti también por las críticas, me esforzare por mejorar.
    El hecho de no utilizar el hacha para cortar cabezas a sido intencionado. Lo primero que se me vino a la cabeza fueron cabezas rodando... y pensé: tengo que hacer una historia diferente, en la que el hacha sea algo útil.
    Y este ha sido mi resultado.


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  6. Hola Toñi, un agradable relato donde el hacha se transforma en un elemento de amor y no un objeto de destrucción, tarea mucho más difícil de llevar a cabo de lo que parece.

    Yo también creo que la niña, con tan solo tres añitos, es un poco joven para semejante despliegue de habilidades, pero el cariño del padre parece superar dichas barreras.

    En definitiva, es un texto que se lee con placer y te deja con la buena sensación de que el amor puede obrar milagros que en otras situaciones serian discutibles.

    Agradecerte el comentario de mi texto. Ha sido un placer leerte. Un saludo.

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  7. Leosinprisa

    Hola Toñi, el comentario anterior es mio, se me pasó ponerlo :(

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